Hace unos días sorprendía la noticia de la Comunidad de Madrid donde se reflejaba que se iban a cerrar 22 centros de salud en horario de urgencias por falta de personal. No es nuevo, como cada vez que comento estas situaciones, me recuerda a situaciones anteriores ya vividas, una y otra vez, aunque antes no salieran en prensa.
El déficit de personal del que hablaba hace 2 semanas ha evolucionado hasta el punto en que, sin más oscilaciones, la asistencia sanitaria pasa a ocupar el último lugar en la planificación política de Madrid.
Si bien es cierto que las jubilaciones atrasadas y los recortes postcrisis son parte culpable, también lo es la desinversión general en favor de la privatización de los medios. Porque esto no es exclusivo de la capital y sus alrededores autonómicos, Andalucía se encuentra en una crisis existencial tras 3 años de maltrato al personal con contratos ridículos.
Casi todas las comunidades acusan los conflictos para encontrar personal en esta campaña de verano. Casi todas porque, casualmente, se refleja más en las que han sido polémicas por su falta de consideración y empatía con los trabajadores. Si pretendes que el personal sea una marioneta que renueve contratos cada 3 meses aprovechando para cambiarles de servicio, ya tienes las consecuencias a la vista.
Los recortes en el presupuesto sanitario suelen llevar parejos una situación fruta de la casualidad. ¿No resulta curioso que siempre se asocie a la privatización de un servicio? Desde la radioterapia de Segovia hasta los hospitales franquicia de Madrid, toda una estructura contable donde las cuentas no salían pero, gastando más, de repente cuadran.
El desmantelamiento de la sanidad pública está generando víctimas, por un lado pacientes con una asistencia de calidad pésima y, por otro, mucho personal que reniega de su profesión al encontrar condiciones laborales pésimas. Y si algo hemos aprendido es que el empleado descontento es menos productivo. El reflejo está en varias empresas públicas y privadas donde tomar ejemplo.
Tampoco quiero despreciar la ocasión de decir que efectivamente hace falta dar una vuelta a la gestión pública. La ineficiencia siempre favorece a la privatización, pero es cierto que el gestor ineficiente es colocado a dedo gracias a un listado electora. Así pues, usando la razón, podemos deducir que no todo es tan accidental.