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Las olas de calor y la contaminación atmosférica son perjudiciales, incluso mortales, y se prevé que ambas aumenten su frecuencia debido al cambio climático. Un equipo de investigadores de la Universidad del Sur de California (Estados Unidos) ha contribuido e a arrojar luz sobre los riesgos para la salud evaluando seis años de datos sobre la calidad del aire, la temperatura y los certificados de defunción.
En su trabajo, publicado en la revista científica 'American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine', han evidenciado que, en comparación con los días sin condiciones extremas, los días de calor extremo conllevaban un aumento del 6,1 por ciento del riesgo de muerte. En los días de contaminación atmosférica extrema, las muertes eran un 5 por ciento más probables. Pero en los días de calor extremo y de contaminación atmosférica, las muertes eran un 21 por ciento más probables, un efecto sinérgico que casi duplica el impacto de las exposiciones individuales combinadas.
"Descubrimos que el efecto de la exposición a las temperaturas extremas y a la contaminación extrema sobre la mortalidad es mayor que la suma de sus efectos individuales", explica el doctor Mostafijur Rahman, autor principal del estudio.
Estudios anteriores han examinado cómo el calor extremo y la contaminación atmosférica afectan por separado al riesgo de mortalidad, y cómo cada uno varía con el otro. Pero este estudio es el primero que utiliza un nuevo enfoque para estudiar lo que ocurre cuando el calor extremo y la contaminación atmosférica coinciden.
Además de la mortalidad general, este estudio también examinó las muertes por afecciones cardiovasculares y respiratorias. En los días de exposición extrema, las personas mayores de 75 años eran las que corrían mayor riesgo. Los hallazgos podrían, en última instancia, ayudar a las personas, las comunidades y los sistemas sanitarios a prepararse para el clima extremo y minimizar los posibles daños.
"Entender los riesgos asociados a estas exposiciones es realmente importante, porque sabemos que aumentarán con el cambio climático en muchas partes diferentes de los Estados Unidos y del mundo", dijo Erika García, también autora principal del estudio.
Los incendios forestales, por ejemplo, que se prevé que aumenten hasta un 50 por ciento para finales de siglo, suelen conllevar un calor extremo y una contaminación que dura días o semanas.
García, Rahman y sus colegas estudiaron todas las muertes ocurridas en California entre 2014 y 2019 (un total de más de 1,5 millones) utilizando los datos de los certificados de defunción del Departamento de Salud Pública de California. También obtuvieron datos sobre la temperatura del aire y los niveles de partículas finas (PM2,5), una diminuta contaminación de partículas en el aire que se sabe que causa problemas de salud.
A continuación, relacionaron las muertes con las condiciones ambientales locales en función del domicilio de la persona para comprender los efectos de la exposición. A partir de los datos sobre la temperatura y los niveles de contaminación atmosférica, los investigadores clasificaron cada día en una de las cuatro categorías siguientes: sin exposición extrema, sólo calor extremo, sólo contaminación atmosférica extrema o calor extremo y contaminación atmosférica.
En los días de calor extremo y contaminación atmosférica, el riesgo de mortalidad global aumentó un 21 por ciento. El riesgo de muerte por problemas cardiovasculares aumentó un 29,9 por ciento y el riesgo de muerte por problemas respiratorios un 38 por ciento.
Aunque los investigadores no estudiaron las causas específicas de la muerte, estos problemas suelen incluir afecciones como la insuficiencia cardíaca y la neumonía. En los días en que tanto el calor como la contaminación atmosférica alcanzan niveles extremos, las personas pueden tener más inflamación y estrés oxidativo, así como problemas para regular la temperatura interna del cuerpo, señala Rahman.
Los adultos mayores se enfrentaron a un riesgo significativamente mayor, con un aumento del 36,2 por ciento en el riesgo de mortalidad para los mayores de 75 años, en comparación con un aumento del 8,5 por ciento en el riesgo de mortalidad para las personas de 75 años o menos cuando se exponen tanto al calor extremo como a la contaminación.