Yo maté al Grinch
Si hay una palabra que caracteriza la calidad de una democracia esa es SOLIDARIDAD. Creo que los españoles, después de la crisis financiera de 2008, de la que logramos salir gracias a las ayudas de la UE, después de los fondos europeos Next Generation pensados para superar los efectos de la pandemia, deberíamos tener muy claro que solidaridad europea significa, entre otras cosas, ayuda de los países ricos a los países pobres, ayudas de las regiones ricas a las regiones pobres y a las zonas de montaña y ultraperiféricas. Me sorprende, por eso que, el gobierno de España, sin debate previo y a las 24 horas de la presentación por parte de la Comisión de un plan de ahorro energético fundado en razones de solidaridad, se posicione abiertamente contra este plan de la Comisión.
No estoy tomando posición ni a favor de la Comisión ni en contra o favor del gobierno de España. Simplemente estoy diciendo que precisamente España -y sobre todo su gobierno- debería ser un poco más cuidadoso en cuanto a la forma y en cuanto al fondo de estas críticas a los planes de SOLIDARIDAD. España es uno de los países que absoluta y relativamente ha recibido y está recibiendo más ayudas de la UE. Sí, cuando la UE suelta dinero a espuertas a España no hay ningún político de la UE que salga en la tele española para recibir aplausos, por eso no nos enteramos, pero, cuando los gobiernos de España, tanto regionales como nacionales, lanzan promesas económicas, que luego en la mayoría de los casos no se cumplen, ahí está los políticos españoles lamiendo pantalla a todas horas. Lo hemos visto con La erupción del volcán de la isla de La Palma y lo estamos viendo en los innumerables incendios de este verano.
Quizás, y digo sólo quizás, tenga razón el gobierno de España, o algo de razón, al no aceptar así sin más el plan de la Comisión. Pero criticar abiertamente, sin previo aviso y sin estudio previo, un plan de SOLIDARIDAD de la Comisión Europea, después de todas las ayudas que España ha recibido de Europa, simplemente está rayando la mala educación. Y, sin embargo, los españoles no somos en general ni mal educados, ni groseros ni insolidarios: Ahí está Cáritas y las múltiples asociaciones no gubernamentales.
Creo que unos políticos que toleran la insolidaridad por sistema, no tienen derecho ni a rechistar sobre este tema. Mientras en España tenemos unas regiones ricas, con privilegios y fueros, tenemos regiones entre las más pobres y con más paro de Europa. Mientras el río Ebro se desborda casi todos los años, echando a perder millones de metros cúbicos de agua que llenarían los embalses de toda España, tenemos secos nuestros embalses, y nadie se inmuta.
Cuánta razón tenía Ortega y Gasset cuando dijo: "Europa es la solución". Pero es que Ortega dijo también "España es el problema" (no dijo es "un problema" o "parte del problema"). Dijo "España es el problema". Y yo repito España es el problema para los españoles y empieza a ser el problema para los europeos. Pero, que España sea el problema no quiere decir "que los españoles seamos el problema?. Tendrá que venir el presidente argelino para recordarnos, como sucedió hace pocos días, que "él tiene un problema con el gobierno de España, no con los españoles".
Soluciones es lo que esperamos los ciudadanos de los políticos. No quiero que nos hablen de los fuegos y de los trabajos de extinción, pues son los bomberos los que lo solucionan y los que se juegan la vida por nosotros, no los políticos Quiero que los políticos nos hablen de las medidas que van a tomar este invierno para que la mayoría de los incendios del próximo verano se puedan evitar. Hace ya muchos años que llevamos esperándolas.
Y, mientras tanto, unos políticos que toleran la insolidaridad entre las regiones de España, que no pretendan darnos lecciones de ética ni de solidaridad, ni se atrevan a criticar abiertamente los programas de solidaridad de la Comisión europea.