Dios salve a Daniel Luque

Luque ofrece una lección de tauromaquia en el coso de Zorrilla y consigue salir en hombros en la tarde en la que murió Isabel II de Inglaterra

José Ángel Gallego Vázquez
Jueves, 08, Septiembre, 2022
TorosCulturaFiestas Valladolid

El 8 de septiembre de 2022 se inscribirá en los anales de la historia como la fecha en la que moría la Reina Madre de Inglaterra, con más de 70 años de eterno reinado. En esa infausta tarde, a más de 1.700 kilómetros del castillo escocés de Balmoral, el torero sevillano de Gerena, Daniel Luque ofrecía una lección de tauromaquia en el primer festejo de la feria taurina de Valladolid en honor a la Virgen de San Lorenzo. Si Carlos III ya se ha convertido en el monarca de Inglaterra, Luque está demostrando en una temporada de ensueño que quiere el cetro del toreo.

Y es que la cátedra del sevillano fue rotunda, como su toreo. Clase magistral de técnica, de entrega, de pundonor y valor, de entender a los toros, de tiempos, distancias y terrenos, de gusto, elegancia y temple, de manejo de los engaños y de valor seco. Verdad sin artificios, verdad para concebir el toreo: parar, templar y mandar; la máxima del toreo tan sencilla como, a menudo, mposible.

Nadie daba ni un euro por el tercer fuenteymbro, alto y tocado de pitones. Pero el triunfador de Madrid y Sevilla, que viene de indultar un toro en Palencia, lo ve todo muy claro. Atraviesa un dulce momento en el que cualquier toro le vale y eso es lo que ocurrió en el coso de Zorrilla. Firme el de Gerena, fue embebiendo a su primero en la muleta, lo pulseó, lo consintió y acabó toreándolo de forma templada y honda. Con cambios de mano de mucho sabor. Antes había quitado por ceñidas chicuelinas y había iniciado el trasteo con rodilla genuflexa a un astado muy rebrincado.

Fue mandando Luque y de sus muñecas firmes surgieron series muy importantes. Se inventó un circular eterno y los naturales fueron largos y poderosos. En el último tercio de la faena, demostró su innato valor, aguantando las miradas y de su oponente que acariciaba con el pitón la taleguilla e, incluso, el pecho del sevillano. El concepto con el que Luque ejecuta el toreo, puro y sencillo, quizá no tenga tanto calado en los tendidos, como otras fórmulas mucho más populistas. Salió tarascado en la suerte suprema y dejó una media tendida y un descabello. Pero la oreja fue de mucho peso, mucho más importante que las lluvias de trofeos a las que nos tiene acostumbrados el generoso palco del coso de Zorrilla.

En el sexto llegó la confirmación de que a Luque. Tras quince años de alternativa, le ha llegado el poso de torero en sazón. El castaño de Fuente Ymbro tuvo más fuelle que sus hermanos y Luque aprovechó el tranco con unos ayudados por alto que remató por bajo con poder y empaque. Telas suaves por el pitón derecho, pulseando y vaciando la embestida enroscada en la cintura, pasándoselo muy cerca.

De nuevo, buen uso de dos conceptos que solo las cabezas privilegiadas del toreo manejan: tiempo y distancia. Importante por la izquierda, con muletazos que hicieron volar la pañosa baja y profunda. No faltaron las luquecinas y un arriesgado desplante. La estocada, pelín trasera, no fue fulminante y necesitó de dos golpes de descabello. El trofeo y la salida en hombros, al menos, hicieron justicia a un tarde rotunda.

El Fandi no tuvo su día y no se acopló con ninguno de los que le cayeron en suerte. El primero era brusco y cabeceó en cada salida del muletazo y el cuarto se aburrió en la muleta del granadino. Habría que repasar las estadísiticas para ver desde cuándo David Fandila no se iba de vacío de uno de sus cosos talismán. Perera, que abandonó la plaza tras dar muerte al quinto para viajar hasta Venezuela, pasó muy desapercibido tras pechar con un lote imposible, que se le paró a las primeras de cambio.

La corrida fue muy desigual, en presentación y juego, nobles pero sosos y sin alma, la que sí puso un Luque intratable y que quiere ser rey de esto. Dios salve a Daniel Luque. Descanse en paz la reina Isabel II de Inglaterra.

 

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