Ágreda L.M.
Jueves, 24, Noviembre, 2022
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Yo he nacido poeta y artista como el que nace cojo, como que el que nace ciego, como el que nace guapo. Dejadme las alas en su sitio, que yo os respondo que volaré bien. Así rogaba Federico García Lorca a sus padres que le mantuvieran la asignación económica para vivir en Madrid. Esta noche en el LAVA, Federico es Alberto San Juan.
Aquí está Federico/Alberto San Juan desgarrado y cuando habla pone al público los pelos de punta. La poesía que escuchamos esta noche en la Sala Concha Velasco (LAVA) es el atributo distintivo de la sociedad y abarca las estructuras sociales y políticas de los seres humanos, sus modos de vivir, de viajar, de amar, sus tradiciones éticas y religiosas. Abarca todas las creaciones de la mente humana.
Está Alberto San Juan esplendido. Brotan desde dentro de su ser los poemas de Poeta en Nueva York gracias al profundo conocimiento de lo que expresa. Sus palabras y la música de su grupo tan bueno, caen como lluvia fina en el patio de butacas que hace brotar sentimientos reales y un flujo de emociones se derrama por la sala dejando un aroma maravilloso.
Tiene una habilidad ASJ para mostrarnos un Lorca complejo. La raíz de todas las cosas se halla en el habla y en las palabras, constituyéndose en la clave de nuestra existencia y en el sentido del mundo que nos rodea, nos recuerda Clara Janés. La musicalidad de las palabras y su ritmo se embriagan con el sonido del saxo, de la batería, el contrabajo y la guitarra de la excepcional banda que acompaña esta noche a ASJ.
Lorca en Nueva York ya es uno de los espectáculos más bellos y necesarios que han pasado por el LAVA. Nos ha dejado la voz de un poeta que se asomó al paisaje y paisanaje de una ciudad que se desgarra en los labios de la noche. Que escucha y contempla como las luces de la ciudad se desgasta por las esquinas y como los arrecifes del tiempo se desploman en la espuma de los días.
Alberto San Juan es Lorca durante toda la noche. Y hace algo que solo hacen los actores que son muy buenos: expresar con miradas, con silencios todo el dolor y la emoción de la poesía lorquiana y también la alegría dando la sensación de estar poseído por la voz del poeta. Todo esto con el traje, la voz y los zapatos abotinados hechos trizas.