Los talleres fraguas, hoy prácticamente desaparecidos de la faz de la Villa eran centros de reparación industrial de entonces y de fabricación de forjas, hierros, barandillas, ruedas de carros, carretas... En fin, aquello que se precisaba para hacer un poco más sostenible la vida en los pueblos. Además la fragua era un lugar de tertulia, asistencia e intercambio de noticias, sobre todo entre los parroquianos y el personal que allí trabajaba.
En Tordesillas llegó a haber ya en el siglo XIX tres herrerías o fraguas de importancia: Una la de Melitón Cesteros que tenía un hijo llamado Telesforo y que continuó con el negocio llamándose Taller de Foro.
La otra localizada perfectamente en el sitio en donde hoy se levanta una bonita casa domicilio estuvo en la Calle Hospital de Mater Dei y era de Domingo del Caño, que recibió el apodo de "herrerín" y su hijo Luciano establecido en este lugar y que seguro que algunos tordesillanos recuerdan. En la actualidad y en el lugar exacto en donde estuvo la fragua de los "herrerines" se levanta una casa nueva.
La tercera y última era la del Sr. Gregorio Pollos en la plaza del Foraño, donde trabajó dándole al fuelle hasta el año 1931 Eusebio González Herrera. Al señor Gregorio no le sucedió en las tareas su hijo Justino, pues se hizo Maestro Nacional y veterinario, llegando a ejercer como Inspector de Educación en Zamora.
La fotografía antigua que coloco para contemplación es la de un taller de forja de Ulpiano y Antíoco Morchón que están componiendo la rueda de un carro para mulas y bueyes en lo que se hicieron extraordinarios fabricantes.
En la foto están los hermanos Morchón, hijos de Antíoco que no aparece en la foto, Lauren a la izquierda; Mariano en el centro y Jesús, con mono de tirantes. Ellos fueron los últimos carreteros de Tordesillas. La tecnología, el tractor y las ruedas "de goma" para los remolques, hicieron desaparecer su negocio.
Las fraguas porque se vea el oficio y su importancia hoy día casi se catalogan como piezas etnográficas de artesanía, pero siguen mostrando bien a las claras la forma de vivir en el medio rural en otros tiempos y ahora como en la vida, salvo la memoria, todo pasa y nada queda.
