Parece mentira

La opinión de Alejandro de Grado en TRIBUNA

Alejandro De Grado Viña
Martes, 28, Febrero, 2023
Fútbol

Sé que ya han pasado más de 24 horas, y estamos a martes, pero sigo sin creérmelo. No entiendo tantas y tantas cosas del Real Valladolid que me darían para un libro porque en un cuestionario no entrarían las dudas que me surgen cada vez que voy a un campo de fútbol donde juega el Pucela, sea por trabajo o no, y salgo con la sensación de que el equipo ha hecho el ridículo. Pasó en San Mamés, en el Metropolitano y el domingo, en Balaídos. Ha ocurrido más veces esta temporada, pero la fortuna me privó de disfrutar de semejante desastre en aquellos encuentros.

Y es que parece mentira. Parece mentira que el Real Valladolid se juegue lo que se está jugando (nada más ni nada menos que la permanencia) y salga a Balaídos sin intensidad, sin ideas, sin reacción y dando una imagen de equipo que no merece estar en la categoría que, actualmente, milita. De hecho, partidos así no te dan ni para jugar el playoff de ascenso y si lo juegas, ofreciendo un espectáculo de este calibre, no lo merecerías. Como ahora tampoco mereces afrontar el partido ante el Espanyol fuera del descenso. 

Y me pregunto: "¿De verdad, no se cansan los jugadores de hacer el ridículo?". Creo que no porque si se cansan de ello, tirarían de orgullo que, espero que todavía les quede, aunque sea un poco. Es bochornoso que, con el contexto clasificatorio al que te enfrentas, no veamos a un Real Valladolid combativo o, por lo menos, que muestre la razón por la cual está en Primera División y de llevar ese escudo porque muchos, de los que el otro día disputaron minutos en Balaídos, no dejan en buen lugar al decimotercer clasificado histórico de la competición desde que esta abrió sus puertas.

Es difícil aprobar a algún futbolista, por denominarlo de alguna forma, y salvarle de la derrota ante el Celta, pero sí que hay alguno digno de mención. Con 3-0 en el luminoso, que Olaza (sorprendentemente sigue jugando) no tenga prisa por sacar un saque de banda... Es de risa. Justo en el lateral donde están incluso los aficionados desplazados del Pucela a Vigo, a Olaza no le entraba ganas de retomar el juego para intentar acortar distancias en el marcador. Una vergüenza tras otra.

Por no hablar de su rendimiento deportivo que, al igual que muchos otros (Luis Pérez, Óscar Plano...), juega porque el entrenador prefiere que esboce una sonrisa y dé saltos de alegría como si fuera el césped una piscina de bolas, antes de alinear a los mejores. Porque lo de no poner a Fresneda da para capítulo aparte, pero me imagino que no interesa que este último esté contento porque al final no dejó un buen saco de dinero en las arcas del Club. Parece mentira que el mejor del puesto no tenga minutos y ni caliente, que eso ya lo hacen otros para que estén felices.

En cambio, Fresneda comparte una cosa con los demás. El joven lateral no calentó en Balaídos, pero como nadie hizo hasta el segundo tiempo. Es decir, hasta que el barco se hundió porque el capitán de la embarcación estaba más atento a no perder por muchos goles que a cambiar antes del descanso. Eso sí, no seamos hipócritas. Sabíamos que el técnico no lo iba a hacer. Y si lo hace, crucemos los dedos para que no sea Larin porque si le quita es porque está lesionado o porque el jugador que le sustituye también merece ser feliz.

En cualquier caso, un entrenador no puede contentar a todo el mundo por muchas razones. La primera (y la que sustenta al resto) es porque es imposible. Solo el reparto de minutos impide lo anteriormente citado. Y creo que lo de Balaídos es un aviso serio. O Pacheta coge las riendas (de una vez) del equipo (algo que ha hecho en alguna ocasión) y mira más por el rendimiento, por recuperar la versión de algún futbolista y enfocar el partido ya no solo con los mejores jugadores que tenga disponible, sino también trasnmitiendo a los suyos la importancia que tiene cada jornada, o el descenso, con el paso de las semanas, puede convertirse en una realidad que, por mucho que nos duela, es lo que nos vino a la cabeza (o por lo menos a mí) cuando De Burgos Bengoetxea pitó el final del partido. Esperemos que todo esto quede en una mentira y digamos en la jornada 38 que solo lo pareció.

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