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Con la llegada de la primavera, las temperaturas comienzan a subir y las alergias vuelen a ser parte del día a día de muchos vallisoletanos. Según datos por SEAIC (Sociedad española de alergología e inmunología clínica), 8 millones de españoles sufren algún tipo de alergia al polen. A nivel regional, Castilla y León es una de las comunidades donde la previsión de concentración de granos de polen apunta a ser más elevada esta primavera, superando los 5.3000 granos/m3.
Alicia Armentia, médico especialista de alergia en el Hospital Río Hortega de Valladolid, relata para TRIBUNA cómo el cambio climático ha provocado que las alergias se prolonguen más allá de la estación primaveral. "Realmente, el polen afectaba anteriormente más en la época primaveral, pero ahora, debido al cambio climático, hay una subida térmica que hace que la polinización de todas las especies sea más duradera y durante un periodo de tiempo mayor", señala.
Armentia detalla, además, cómo las gramíneas y el polen son algunas de las especies que más alergia ambiental generan, a lo que se suma el plátano de sombra, habitual en los paisajes urbanos. A su vez, los hongos asociados a la época de cosecha son un potencial peligro para la población. "Los hongos vendrán sobre todo en la época de la cosecha. Es muy agresivo, causa mucha asma y afecta a mucha gente", describe Armentia.
A pesar de asociarse a exteriores, la alergia también está presente en los interiores de los hogares. "Durante todo el año hay muchos ácaros. Hay ácaros de interio en las casas, sobre todo relacionados con humedades. A mayores, también hay ácaros que dan síntomas de asma profesional, que son los que hay en cereales, cultivos, piensos almacenados", explica.
Un diagnóstico temprano puede evitar situaciones de peligro de cara al futuro. La especialista destaca la importancia de acudir a un especialista cuando se detectan los primeros síntomas: "Un simple diagnóstico de alergia al polen nos da las claves de cómo protegernos, cuál es la época de polinización y tratar de evitarlo. Con tan sólo conocer al enemigo, ya tenemos media batalla ganada. Un diagnóstico temprano es esencial". Es común observar cómo la gente se automedica sin contar con el beneplácito de los médicos. Por ello, Armentia recuerda el peligro de tomar analgésicos y antibióticos sin conocer sus efectos secundarios. "Causan muchos más fallecimientos los analgésicos y los antibióticos en población alérgica que otro alérgeno ambiental o alimentario. Tienen efectos secundarios que son descritos en la ficha técnica que conviene leer", recomienda.
Las alergias ambientales no son las únicas que afectan a la población, ya que la alergia alimentaria es una de las cuales los pacientes intentan evitar. En Valladolid, ABBLAA (Asociación Basada en la Lucha de los Alérgicos Alimentarios) lucha por un mayor reconocimiento de una problemática cada vez más común. Se estima que en España hay dos millones de personas que lidian con ello a diario. Algunas de las más habituales son los alimentos como el pescado y los frutos secos.
Desde la asociación, remarcan la diferencia entre intolerancia y alergia: "Una intolerancia afecta a al sistema digestivo, mientras que una alergia puede afectar a cualquier órgano del cuerpo, desde picor de boca, a nivel de piel, hasta al sistema respiratorio o al sistema digestivo. Si se acumulan una serie de síntomas puede producir la anafilaxia, que es una reacción grave y potencialmente mortal. En una intolerancia no va peligrar nunca la vida del paciente, en una alergia sí".
El conocimiento en torno a la enfermedad es clave para poder hacer frente a la situación. La alergia alimentaria no solo se da por ingesta, sino que también se produce por contacto e inhalación. Por esa razón, se trata de una situación que deben de tener en cuenta en los restaurantes a la hora de ofrecer sus productos. "El comer fuera para nosotros es más complicado, sí que es cierto que cada vez más restaurantes se están formando y tomando el tema con la seriedad que merece y con la gravedad que tiene. Deben de estar lo suficientemente formados a la hora de manipular un alimento, porque simplemente una tabla manipulada ya está contaminanda, y puede generar una reacción grave", explican desde el colectivo.
Una de las demandas de la asociación es la puesta en marcha de una normativa que obligue a las empresas alimentarias a etiquetar correctamente el producto. "No hay una ley que obligue a etiquetar el puede contener o contiene, ya que las empresas no están obligadas a dar ese dato. Algunas veces no te puedes fiar porque no están obligadas. No todas la hacen", sentencian.