Muchos hablan de la Semana Santa de Valladolid como un 'Museo al aire libre'. Con una larga tradición de celebración, la ciudad se prepara para recibir a miles de visitantes de todo el mundo para presenciar sus procesiones y vivir una experiencia única. El ambiente vallisoletano será una mezcla de arte, fervor y turismo que tiene su principal reclamo en la imaginería: un Evangelio en madera. Las procesiones estarán lideradas por las cofradías de Valladolid, cada una con sus propias características y estilos únicos.
La Seguridad Social en los siglos XVI y XVII: la labor social de los gremios y las cofradías
Los trabajadores de Valladolid se agrupaban en gremios y tenían talleres en barriadas específicas. Además, se congregaban en cofradías que, aparte de su función religiosa, tenían una importante labor social. Estas prácticas eran una muestra del compromiso y la solidaridad de la sociedad de la época.
Un ejemplo de estas prácticas es La Piedad (1504), que se encargaba de asistir a los enfermos de tiña y gestionar la liberación de presos con delitos menores. Por su parte, La Vera Cruz (1498), se dedicaba a atender a viandantes desamparados y personas aquejadas de enfermedades contagiosas. Por último, La Sagrada Pasión (1531) acompañaba a los reos antes de ser ajusticiados y recogían sus restos para darles sepultura.
Lágrimas de Resina, Ojos de Vidrio y Llagas de Corcho
Valladolid contará con más de cuarenta procesiones que recorrerán las calles entre el Viernes de Dolores y el Domingo de Resurrección. Cada cofradía sacará en la procesión imágenes de devoción encargadas a los talleres de los mejores imagineros, entre ellos Juan de Juni, Gregorio Fernández y Francisco del Rincón. Las esculturas, talladas en madera y con detalles impresionantes como lágrimas y sangre de resina, ojos de cristal y llagas de corcho, refuerzan el drama de la Pasión con un realismo que impresiona a los espectadores. De hecho, según el historiador del arte y profesor Javier Burrieza, "la Semana Santa de Valladolid se ha convertido en un Evangelio de madera", en el que las procesiones y las esculturas son una muestra del arte religioso.
Viernes de la Cruz, 100 años de una procesión
La procesión de la Sagrada Pasión del Redentor es uno de los momentos más esperados de la Semana Santa vallisoletana. Durante el atardecer del Viernes Santo, las veinte cofradías desfilan juntas con sus tallas para reproducir el drama del Gólgota, desde la Última Cena hasta la Resurrección. Este espectáculo es el resultado de un trabajo conjunto entre un periodista, Francisco de Cossío, un arquitecto Juan Agapito y Revilla, y un arzobispo, Remigio Gandásegui, que gestaron la idea durante el primer tercio del siglo XX.
Potaje y Torrijas
Sorprende la indumentaria y los rostros de sayones, centuriones, apóstoles y vírgenes que los imagineros tomaron del natural a través de las gentes del XVI y XVII. La Semana Santa de Valladolid se ha convertido también en un tratado de etnografía y antropología de la España de la época. Este año, se ha organizado varios recorridos temáticos para los visitantes, incluyendo la popular Ruta de las 7 Iglesias, que ofrece una oportunidad única para admirar estas imágenes de devoción en los templos que las resguardan.
Además, los amantes de la gastronomía no querrán perderse la Ruta de los Potajes y Dulces de Pasión, donde podrán degustar deliciosos manjares tradicionales de Semana Santa.
Con un ojo en la provincia
La provincia de Valladolid está a la altura de la Semana Santa capitalina, con singularidades como la Bajada del Ángel en Peñafiel (Domingo de Resurreción), la Pasión viviente en Fresno el Viejo (Jueves Santo), la procesión del Encuentro Doloroso en Tordesillas (Miércoles Santo) y la representación en vivo del Descendimiento de Cristo en Villavicencio de los Caballeros (Viernes Santo).
Por otro lado, la devolución popular de Medina de Rioseco es, sin duda, el evento más querido por los riosecanos, donde cada Viernes Santo la salida de los Pasos Grandes (Longinos y el Descendimiento) de la capilla donde se custodian para participar en la procesión se ha convertido en uno de los actos más emotivos y predilectos.
La dificultad que entraña el manejo de los pasos, para ajustar su tamaño a las dimensiones de la puerta de salida, ha devenido con el paso de los años en un ritual de intensa emoción realzado por la banda municipal 'La Lágrima', como se conoce popularmente a la marcha fúnebre del General O'Donell.