Corría el año 1978. El promotor de la construcción del barrio de Parquesol, Antonio Alfonso, consiguió que fuera urbanizable un enorme solar a los pies del citado barrio. Tras una revisión del terreno, se empezó su urbanización. Sin embargo, debido a una variedad de razones, el promotor dejó la construcción de su casa y de la ciudad en 1983. Marcos Fernández asumió el proyecto parcial.
En 1985, el nuevo promotor logró que se modificase el plan parcial y el nuevo chalé se quedó sin edificabilidad. Aún se desconocen los motivos. El grupo Foxá, que asumió su propiedad en 1988, intentó llegar a un acuerdo con el Ayuntamiento de Valladolid para modificar el plan de edificabilidad, pero nunca llegó a buen puerto.
Tras más de tres décadas de descuido y varios intentos infructuosos de eliminar de una sola vez el armazón de hormigón del chalé, que nunca tuvo un final feliz, una poderosa cizalla fue encargada de cortar, casi como si fuera papel, la totalidad de la estructura, haciendo que grandes fragmentos de hormigón y hierro cayeran. Poco a poco, el chalé fue reducido a escombros a finales de 2016
El edificio preserva actualmente el soporte y los muros de contención, que constituyen la base para la futura construcción de un nuevo edificio, anunciado desde 2021. Los tiempos de descuido y actividades como el grafiti, el botellón y el vandalismo quedan ya atrás. Incluso en el año 2010 hallaron el cuerpo de un hombre en el antiguo chalé, por lo que este lugar pasó a la historia como uno de los mayores fracasos urbanos de Valladolid.
La demolición hace seis años no ha sido un proceso simple. Más allá de la autorización municipal, se tuvo que averiguar quién fue el propietario del lugar, ya que en los últimos años hubo una numerosa cantidad de dueños, lo que ha hecho de la parcela número 63 una propiedad sin uso. Esta situación es totalmente diferente a la que había cuando, en los años 80, se proyectó construir un gran hotel. Ahora se va a constriuir un bloque de apartamentos para mayores.