Alberto Ammann: "En Texas se proyectó la película y mucha gente se acercaba a pedir perdón a los directores"

El actor argentino, nominado al Goya a Mejor Actor Protagonista por 'Upon Entry', cuenta a TRIBUNA el revuelo que ha levantado esta película independiente, que suma ya 20 premios en todo el mundo

Rebeca Pasalodos Pérez
Jueves, 08, Febrero, 2024
Cine

El camino de los sueños, ese que el corazón nos pide seguir en la creencia de que nos dará las llaves de la felicidad, se recorre a base de fe, porque ni la senda ni el destino ofrecen garantías. Hay escollos que no se pueden pisar, saltar y rodear, como si de simples piedras se tratara porque superarlos no depende del caminante. Una de esas barreras, ocultas tras la cortina de la más enrevesada burocracia, son esos agentes de aduanas de los aeropuertos que, como si de unos San Pedros terrenales se tratara, aprovechan el vacío legal de estar en tierra de nadie para decidir quién atraviesa o no las puertas del Paraíso, no sin antes hacer caer todo el peso de la mezquindad occidental sobre las almas errantes. En esa situación se verán Diego, interpretado por Alberto Ammann (Córdoba, Argentina, 1978), y Elena (Bruna Cusí) en la película 'La llegada' (Upon Entry), un filme con un formato sorprendente por su sencillez y por sus 74 minutos de duración, que mantiene al espectador en tensión para, después, invitarle a reflexionar: ¿Puede un gobierno invadir tu intimidad personal solo para obligarte a desistir de tus sueños?

PREGUNTA: Llega a estos Goya con su personaje de Diego en la película 'Upon Entry'. Creo que el guion le llegó en 2018, ¿qué le gustó inicialmente de este proyecto?

RESPUESTA: Sí, posiblemente fue en 2018. El guion me encantó y luego no supe nada más. Años más tarde, me llama Carles Torras y me dice "¿te acuerdas de aquel guion?". Le digo "sí, sí". Me dice, "pues no he conseguido la financiación, así que lo tenemos que rodar antes de tal fecha". Entonces, me impliqué en colaborar con Carles y juntamos un reparto maravilloso. Katrina Bayonas nos ayudó mucho también, que ella es también productora asociada. Fue un proceso muy interesante y muy vertiginoso porque rodamos en 17 días y tuvimos menos de un mes de preparación desde el pistoletazo de salida.

P: La película habla de lo salvaje de las políticas de inmigración de Estados Unidos y, además, está basada en relatos reales. ¿Podemos decir que es una realidad poco conocida que necesitaba ser contada?

R: Yo creo que habla de varios temas. Habla del autoritarismo de los departamentos de aduanas, en este caso de Estados Unidos. Esto también pasa en otros países, pero EE.UU se lleva la palma. También la denigración entre gente que se supondría que debería tener una unión. Eso se declama cuando el personaje de Laura Gómez [agente Vásquez en la película], que es latinoamericana, se ensaña con otro latinoamericano para ver si lo deja pasar o no. Siempre con ese poder en la mano. Recuerdo a un a un hombre mexicano que pasó a Estados Unidos hace décadas, que votaba Trump, y le hacían una entrevista: "¿Pero usted sabe que este señor va a construir un muro para que la gente de su país no pueda ingresar a este?". Dijo: "Sí, sí. Es que aquí ya somos muchos". Esa deshumanización, esa egolatría. También habla de la relación de amor de una pareja, de las contradicciones de los personajes. Hay muchos elementos que humanizan la historia porque parten de un lugar real, aunque no necesariamente para tener un buen guion tienen que partir de la realidad. En este caso, por el tema que toca, ha sido esencial, porque la realidad es sorprendente.

P: Lo que vemos en la película contrasta con la imagen que da el cine americano de que EE.UU es la tierra de las oportunidades.

R: Sí, es otra mentira más. El sueño el sueño americano, el 'the best country in the world', todo eso es pura propaganda. No tiene nada que ver con la realidad con la que vive este pueblo. Y, por supuesto, no tiene nada que ver con la realidad con la que vivimos el resto del mundo. Es toda una patraña y eso en términos cotidianos es también un tema del que habla 'Upon Entry' en el fondo.


Frame de 'Upon Entry'.

P: El racismo también.

R: También. Ya entramos en el mundo de la lectura del espectador. La gente sale del cine con una sonrisa un tanto amarga. La sonrisa porque ha visto una buena película, que además dura 74 minutos, y amarga porque es la realidad misma. Hay gente que sale del cine y nos decía "a mí me pasó esto y a mí me pasó esto otro". Incluso gente con pasaporte europeo. Son cosas que me sorprendieron también. Yo pensaba que con pasaporte europeo pasaría menos. También tiene que ver con un prejuicio.

P: Lo que se deduce es que Estados Unidos tiene una lista con un ranking de países y, en función de ella, es más o menos fácil que entres.

R: Sí, tiene varias listas, no tiene solo una y tiene varios colores la lista. Por supuesto, creo que la gente de Latinoamérica y de África lo tenemos más difícil. Bruna Cusí, que está maravillosa en la película, hace un proceso de caída en cuenta de muchas cosas de la vida, del sistema. Es una mujer joven que no le ha faltado nada, que vive en un lugar donde está perfectamente sana, contenta, feliz. Y su pareja, absolutamente lo contrario. Ese contraste tiene un efecto al final cuando juntan estos dos elementos. Ella empieza a reclamar sus derechos, que es lo lógico y lo que cualquier ser humano debería hacer, pero el otro la mira y le dice "bájale, bájale". En el fondo, le está diciendo "no tienes ni idea de dónde estamos", "estamos en el infierno". Hay algo en la escena con Colin Morgan, el actor que está en el despacho de aduana, cuando entramos al elevador y Bruna le pregunta "¿dónde vamos?", y él dice "al cuarto de segunda inspección". Mi personaje ya sabe "¡Pum! Vamos al purgatorio".

R: La película tiene un concepto muy sencillo: una habitación de cuatro metros cuadrados, cuatro actores y un buen guion, con escenas muy largas. ¿Se siente casi como hacer teatro?

P: Bueno, no en sí porque el corte siempre llega, pero lo que sí hicimos fue sostener el ancla al personaje. En los cortes jugábamos, pero a lo contrario, es decir, nos decíamos todo lo que los personajes no se querían decir. Entonces, yo me la agarraba con Ben Temple, porque él es norteamericano, y le decía "ustedes los gringos, esto, los otro". O sea, me despachaba a gusto poniendo en voz alta lo que yo creía que el personaje pensaba, pero también sumando cosas mías. Y nos hemos divertido, no te puedo explicar cuánto porque, por un lado, manteníamos la tensión con los asuntos del personaje y, por otro, como eran algunas bestialidades, descomprimíamos tensión y echábamos una risa contenida. Y ya cuando entramos en acción, en rodaje, volvía la parte de sombra, la oscuridad.

R: Es una película cortita, pero es una hora y cuarto de tensión contenida, al menos por parte de su personaje, Diego. ¿Cómo ha sido el proceso de meterse en ese papel?

P: Yo aposté por un tipo de carácter psicológico que estudié y que, además, tengo gente amiga que tiene ese tipo de carácter, por supuesto con sus matices, pero en el fondo el eje troncal de la expresividad parte del mismo lugar, que es el miedo. Yo construí un Diego que está constantemente con pensamientos apocalípticos, pero son en realidad cosas que le salen mal. Es un tipo que, en definitiva, es torpe socialmente, miedoso, es un poco contrafóbico también. Hay un punto en el que le sale un pronto, que es una válvula de escape cuando ya se meten mucho con él, empieza a molestarse y no puede ocultarlo. Es una buena persona, pero tiene sus oscuridades y sus contradicciones y esto es lo que hace estallar a mitad de la película el segundo conflicto. No es solamente estar ahí detenidos perdiendo el vuelo para llegar a Miami, además te dicen que no sabes si vas a entrar o no y ahí empieza el primero, que es muy fuerte, y el segundo es el personal, el de pareja.

P: Esa es la otra gran lectura que tiene la película. Él no tiene secretos oscuros, en realidad, tiene secretos que él se ha guardado por alguna razón y la historia habla de cómo esa pequeña información que a veces omitimos puede quebrar la confianza en la pareja.

R: Bueno, oscuros según para quien los mire. Es otra cosa interesante. El público sale con opiniones muy encontradas también. Yo he visto la película completa tres veces con público y una cuarta me he acercado al final a ver cómo la gente sale, porque una cosa interesante de esta película es que es que no estás igual cuando empieza que cuando termina y es para bien, afortunadamente. Por eso, esa risa amarga, porque hay algo de ver la realidad, pero también tiene alguna parte distendida en el fondo. Aparentemente, no pasa nada terrible pero sí hay algo muy doloroso, entonces eso me parece sutil e interesante y eso hace que la gente opine una cosa o la otra. En el fondo es cómo arma el paisaje mental cada persona.

P: Eso es bonito porque han creado una película que no es solo de quien la ha hecho sino también del espectador.

R: Exacto, porque cada espectador la termina como quiere en el fondo o como puede.

P: La película tiene un formato pequeño, un presupuesto pequeño también, está rodada en 17 y, sin embargo, llega con tres nominaciones a los Goya. ¿Es un premio a la esencia del cine?

R: Es una película que ha tenido ya 29 nominaciones y 20 premios. Está nominada también a los Independent Spirit Awards, que son los Oscar del cine independiente en Estados Unidos y ahí está nominada a la Mejor Película Novel, Mejor Montaje y Mejor Guión de Película Novel. Y por ese festival han pasado, por ejemplo, Almodóvar o Amenábar. Es un logro enorme para una película tan pequeña. Es muy interesante lo que está pasando con la película. En el Festival South by Southwest, en Texas, no entramos en competición, pero se proyectó la película y hubo un revuelo. Claro estás en el corazón de Estados Unidos, del Estados Unidos blanco. Había mucha gente que se acercaba a pedir perdón a los directores. O sea, es muy interesante lo que pasó, está habiendo un gran revuelo y yo estoy muy interesado en ver qué más tienen para contarnos Alejandro Rojas y Juan Sebastián Vázquez con nuevos proyectos, ya por separado o juntos, Me parece que son dos personas muy talentosas y con una sensibilidad muy profunda, algo muy de agradecer en el cine que los tiempos matan y siempre hay mucha tensión en rodaje.

P: Hay una inteligencia muy grande en todos los procesos de creación de la película.

R: Sí hay un planteamiento de cámaras estupendo y hay un montaje que ha sido esencial. Esto lo quiero destacar, porque esta película no sería lo que es sin el montaje. Realmente fue un rompedero de cabeza. Emanuele Tiziani ha hecho un trabajo maravilloso, impecable.

P: En lo personal, para usted es la segunda nominación, quince años después de su Goya como Actor Revelación por Celda 211. ¿Mismos nervios?

R: No, con mucha más tranquilidad, más aplomo, con un entusiasmo similar pero no el mismo, porque el primero es el primero. También tenía 13 años menos, o sea que estaba más jovencito, más inquieto, enérgico. Aquello fue un chute de adrenalina y luego ya de serotonina. Ahora estoy en un momento de mi vida más tranquilo, agradeciendo mucho la nominación porque además es de Actor Protagonista y ya estás ya estás nominado con compañeros que son 'señores actores'. El Actor Revelación es una cara nueva y es más fácil hacerlo también cuando uno es joven. Luego hay maravillas de actores y actrices jóvenes que, afortunadamente, están haciendo cosas estupendas.

P: Para terminar, ¿me puede hablar de próximos proyectos?

R: Pues tengo para estrenar en abril o mayo la película 'Disco, Ibiza, Locomía', que está dirigida por Kike Maíllo y producida por Nadie es Perfecto. Ha sido un viaje muy interesante, con un personaje que no tiene absolutamente nada que ver con lo que he hecho hasta ahora y me entusiasma también. Ha sido un riesgo importante, pero de riesgos está hecho el camino, así que venga otro. Luego estrenamos 'Justicia Artificial', que es una película de Simón Casal, que va a traer va a traer conversación. La protagonista es Verónica Echegui con una colaboración especial de Tamar Novas. Después, una serie mexicana que se llama 'El Dentista', que es de la productora chilena Fábula, de los hermanos Larraín, protagonizada por Demián Bichir y yo ahí el antagonista. También he estado en un episodio de Griselda, aunque nada que ver con Pacho Herrera [su personaje en 'Narcos']. He vuelto a hacer algunas malas personas, la verdad, pero me interesa otra energía ahora comedia, me apetece meterme ahí un poco divertirme un poco a ver cómo se me va dando y aprendiendo de la comedia.


Frame de 'Upon Entry'.

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