La noche aciaga de Paquito D'Rivera

Nueva entrega de 'Palabras contra el olvido', escrito por el colaborador de TRIBUNA Ágreda

Ágreda L.M.
Jueves, 18, Julio, 2024

Después de sufrir un retraso de más de media hora y la presentación del director Artístico del Festival, José Luis Gutiérrez, empeñado en convertir eso en la fiesta del cumpleaños de su querido padre, comenzó el XXII Universijaaz 2024 que este año se celebra en el Patio del Colegio San José.

Para empezar, el sonido... en algunas verbenas de verano estoy seguro que supera al que estoy escuchando -por decirlo de alguna manera- esta noche. Paquito D'Rivera hablaba y solo le oían las primeras filas. Y así es imposible disfrutar de la música y de nada. Que Paquito D'Rivera no aparenta que tiene 76 años, salta a la vista. Y que pasa de tocar a Mozart a Había una vez un circo, también. Si Philip Larkin levantara la cabeza seguro que pediría al maestro un poco más de contención y menos "populismo". Más jazz y menos aspavientos, y frases hechas de "bien queda".

Porque me dio la sensación de que aquello más que un Festival de Jazz Internacional más parecía una verbena con ínfulas. La música realmente empezó a los 45 minutos de comenzar el espectáculo. Ahí, sí que Paquito D'Rivera, Pepe Rivero al piano y Sebastián Laverde al vibráfono demostraron lo buenos que son haciendo música y se olvidaron de que estaban tocando en el patio de un colegio. Sí que hizo alguna versión, especialmente una dedicada a Dizzy Gillespie que resultó brillante, pero poco más. Me fijaba en los pies del público, y que quieren que les diga, estaban fijados en el cemento del Patio de Colegio de San José haciendo compañía a las canastas de baloncesto.

Luego apareció la vocalista Ángela Cervantes y nada más de salir se puso a chillar, así como suena. Es evidente que no es Youn Sun Nah que venía escuchándola en el coche y daba gusto oírla. La versión del Manisero, manifiestamente mejorable, porque sonaba a hojalata, sin gracia. Bueno, maestro Paquito D'Rivera, esperamos que la próxima vez que aparezca por estos lares, -la última vez le estuve oyendo en el CCMD con la OSCyL y nos dejó con la boca abierta- tengamos mejor suerte y podamos disfrutar de su maestría que sabemos que tiene a raudales. Pero hay noches, hay noches que es mejor no salir de casa.

Todavía, cuando escribo estas líneas, me duelen todos los huesos del cuerpo. Esas sillas son un potro de tortura y menos mal que la noche acompañó y no se levantó ese viento vallisoletano que se te mete en los huesos y no te le quitas de encina en toda la semana.

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