El plan contra la máquina

Diego Jalón Barroso
Viernes, 19, Julio, 2024
Actualidad

La gran preocupación de Pedro Sánchez por defender, ensanchar y dar lustre a la democracia está fuera de toda duda. Pero, por si acaso, esta semana ha decidido presentarnos una iniciativa, o algo así, llamada Plan de Acción por la Democracia que, según dice la página web de Moncloa, tiene por objetivo "proteger y fortalecer la democracia", aunque esto resulte un poco evidente y un mucho redundante.

¿Y de quién hay que proteger a la democracia? Pues evidentemente de la extrema derecha y su máquina del fango, que es esa máquina cuya existencia Pedro descubrió en el retiro espiritual que se tomó cuando supo que un juez había imputado a la Begoña de sus amores. Hasta entonces no había máquina, pero desde entonces sólo hay máquina.

¿Y cómo piensa Sánchez proteger a la democracia de la máquina? Pues con su plan. A ver, que de momento el plan es sólo un esqueleto, que luego ya lo irá definiendo. Pero es que hay que entender que para defender la democracia Sánchez necesita el ok de Otegi y de Puigdemont. Porque sin sus votos no puede ni salir a comprar tabaco, pero sobre todo porque nadie en el mundo entendería que se pueda pergeñar un plan para defender la democracia sin contar con tan insignes paladines.

¿Qué sería de la democracia sin Sánchez, sin Otegi o sin Puigdemont? Es más, ¿cómo puede haber democracia en otros países si en ellos no gobierna nuestro presidente con el apoyo del condenado por secuestro y el golpista del flequillo? Pues la verdad es que no tengo respuesta para estas preguntas. Me pasa un poco como a Begoña cuando la Complutense le pregunta cosas.

La universidad lleva un tiempo preguntándole por la adjudicación de un contrato de 14.999 euros a Deloitte a cambio de un servicio que al parecer no se prestó. Y como Begoña no responde, pues la universidad le ha pedido al juez que la investigue por un presunto delito de apropiación indebida. Y, claro, esto o es un bulo, o es fango de la máquina, o es nada menos que una universidad pública con más de 70.000 estudiantes, en la que creo que debe haber algún catedrático de Derecho, que acusa a la señora de Sánchez de ser amiga de lo ajeno.

Vamos, que eso de que lo de Begoña es cosa de la ultraderecha y un pseudo sindicato que presenta denuncias falsas basadas en recortes de prensa para quebrar al pobre Pedro, pues no acaba de encajar del todo. Pero bueno, tampoco hay que darle mayor importancia. Al fin y al cabo, lo que todos queremos, como dicen la portavoz del PSOE Esther Peña y la portavoz del Gobierno Pilar Alegría, "es que este caso se archive cuanto antes".

Y lo que quiere Esther Peña no es sólo que pare el juez, es además que paren las rotativas. Que en el fondo son máquinas y algunas de ellas en vez de periódicos imprimen fango. Lo mismo que el juez este, que como diría Bisbal también es un máquina. Pero de fango, por supuesto. Estamos rodeados de máquinas y de fango. Qué panorama industrial tan cenagoso. 

Y claro, ante esta emergencia nacional, lo que tiene que hacer un presidente, y más uno tan preocupado por pasar a la Historia como el nuestro, pues es salvar a la democracia con este plan contra la máquina que algunos maledicentes han rebautizado como Plan Begoña, que ya hay que tener mala leche. Así que Pedro se fue el miércoles a eso del Congreso, tras anunciarnos que nos iba a enseñar su plan. Pero resultó que sólo nos enseñó la puntita.

Tantas expectativas, tanto anuncio, tanto plan y va Sánchez y se pone a leer los artículos de un reglamento europeo que lleva meses aprobado. Vamos que el plan Begoña no es plan, es si acaso una tonadilla sin letra, unos acordes inconexos, una cantinela. Que si quiere reformar el derecho al honor y la rectificación, pero no dice ni cómo ni en qué. Que si dice Yolanda que se va a cambiar la ley mordaza y luego Pilar Alegría explica que sólo en algunas cosas. Pero luego llega Sánchez al Congreso y resulta que tampoco nos cuenta qué va a reformar.

Eso sí, nos explicó que para lo que sirve la máquina es para que las derechas hagan su agosto en las urnas y que decir que la economía española no va como un cohete es un bulo. Por lo demás, después de escucharle el miércoles con toda la atención que nuestro presidente merece, pues nos hemos quedado sin saber qué es lo que quiere cambiar y cómo va a salvar la democracia. De compensar a imputados sin pruebas como pedía Sumar, nada. De eliminar el delito de injurias a la Corona o a altas instituciones del Estado, nada. Vamos que si Sánchez tenía un plan, se lo dejó en casa. O sea, en el Palacio ese donde vive y que su señora usa de oficina.

Lo que pasa, en realidad, no es que Sánchez no tenga un plan contra la máquina. Sí lo tiene. Pero lo que no tiene son socios dispuestos a apoyarlo. Y por si no estaba claro, pues se lo explicó el portavoz del PNV: "habrá que hilar muy fino, o mejor no hilar nada". Y dijo además una tremenda verdad. Una verdad paradójicamente incómoda para este Sánchez al que tanto repugnan las mentiras. Qué necesidad habrá, vino a decir Aitor Esteban, de regular qué puede y qué no puede hacer un familiar del presidente, si a la vista está lo que no debe hacerse.

Hasta yo, que no soy ningún máquina, me doy cuenta de que lo de Begoña, aún siendo rubia, pasa de castaño oscuro. Qué no estarían diciendo Sánchez, su grupie MJ Montero, sus portavoces Peña y Alegría y todos los periodistas del coro si, por ejemplo, la mujer de Rajoy hubiese demostrado la mitad de habilidad que Begoña para conseguir cátedras y softwares gratis. O si la mujer de Feijóo tuviese un ápice de la capacidad de la señora Gómez para redactar cartas de recomendación o conseguir subvenciones públicas. Le darían tanta caña a la máquina que la griparían. Pero imaginar estas cosas sólo conduce a la melancolía. Lo importante ahora es salvar la democracia. Porque los cinco días sin Sánchez fueron suficientes para que todos en su partido sepan muy bien lo que ocurrirá si el plan contra la máquina no funciona.

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