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Hay una magnífica exposición de cerámica en La Sala de Exposiciones de la Casa Revilla de Valladolid. Esta sala, hasta el 8 de septiembre, está llena de secretos. Excavar la tierra, mezclándola y limpiándola para fabricar la porcelana requiere paciencia de mineral.
Todas las obras del XXII Concurso de Cerámica 'Ciudad de Valladolid' que se pueden ver en esta sala son para mí de autores desconocidos. ¿No son para ti también de autores desconocidos los platos, vasos y cuencos que pones en tu casa cuando tienes invitados y sin embargo son preciosos? ¿Te imaginas por un momento de qué país son y en que condiciones se realizaron?
Es el tacto. Imagino a Soledad Berrocoso ganadora del concurso con su obra Renacer en su taller como sujeta entre el pulgar y los dos primeros dedos un pedazo del tamaño del hueso de un aguacate y lo aprieta hasta dejarlo tan fino como un folio de papel... Tiene esta obra una historia muy sugerente, pregunta al encargado de sala (por cierto amabilísimo) porque se la ha oído contar a Soledad y tiene su misterio.
En toda la sala de exposiciones hay una sensación gratificante de limpieza, La sensación de blancura. Esa sensación de cuando te lavas las manos tras haber estado cavando en el jardín o cuando te lavas los dientes o buceas durante un buen rato. El material, por ejemplo, con el que está hecho Mangonchas de Rita Goncalves, mención especial del jurado registra todos los pensamientos, todas las ideas, toda esa blancura lavada y limpia que entra por los ojos y te hace sentir bien.
Muchas de las obras presentadas no se pueden tocar. Imagino que sentir su tacto en como pisar la arena de la playa. La arena recién lavada por el agua del mar y transparente. Muy limpia.
En Europa lleva la porcelana más de ochocientos años. Cuenta Edmundo de Waal en su libro El oro blanco que en la Florencia medieval se consideraba tan preciosa como para que una copa de porcelana cancelara el efecto del veneno. Porcelana es sinónimo de lejos. Pero aquí si quieres ver esta magnífica exposición la tienes al lado de casa, no tienes que recorrer medio mundo como Marco Polo para disfrutarla.
Exógeno de Carlos Pérez no ha recibido ninguna mención del jurado, pero a mí me ha gustado muchísimo. Su compleja creación y su belleza singular esperan para que mires y la saborees. ¿No es acaso una definición de la felicidad que alguien espere tu llegada?