Hay una publicidad permanente que invita a experimentar cosas nuevas., como si lo "normal" estuviera pasado de moda. Que hay que salir de la zona de confort. Soy un apasionado de la rutina. La rutina de volver otra vez al Centro Cultural Miguel Delibes a escuchar música.
Comienza el Ciclo de Recitales y Música de Cámara en el CCMD con Emmanuel Pahud y el Cuarteto Ocean Drive ( Beatriz Jara, Jennifer Moreau, Marc Charpentier y Marius Diaz) y obras de Mozart, Beethoven y Beach. Esto tiene buena pinta.
Porque uno no quiere cosas diferentes. No necesita tirarse en paracaídas por la Cataratas del Niágara, ni en canoa por el Amazonas. Lo que quiere es desayunar en el mismo sitio de siempre, comer en el mismo restaurante, sentarse a leer a Robert Louis Stevenson y escuchar el Cuarteto para flauta y cuerdas nº 4 en La mayor, K 298 de Mozart.
Suena Mozart en la Sala de Cámara del CCMD y da gusto escuchar a Emmanuel Pahud y al Cuarteto Ocean Drive. En estos tiempos de novedades donde se escuchan trozos de canciones con el beneplácito de Spotify y puedes pasarte toda una tarde buscando una serie en Netflix y se entrega la gente al poliamor, uno encuentra la felicidad en su butaca escuchando durante 30 minutos seguidos a su compositor favorito.
En esta sociedad donde uno es esclavo de sí mismo, hay que huir como gato escaldado de cualquier novedad. No abandonar tu zona de confort ni loco y volver a descubrir los beneficios que tiene la música clásica, la música de calidad.
Acaba Mozart y empieza la Serenata para flauta, violín y viola en Re mayor de Ludwig Van Beethoven y uno siente una especie de consuelo, una placidez uterina de la que no quiere salir en toda la tarde. Y todo, todo se logra sin una pizca de esfuerzo. El placer no requiere ningún esfuerzo.
Y una vez que uno se siente a gusto, se siente en su zona de confort escuchando a Beethoven a quién se le ocurre salir de ella. Que Emmanuel Pahud toca como los ángeles salta a la vista. Que el Cuarteto Ocean Drive está encantado de compartir con él este rato, es evidente.
Ser oyente siempre te convierte en un extraño, en un extranjero. El poder de la música es tan poderoso que uno se queda hipnotizado y se olvida de sí mismo durante un largo rato. Cualquiera sale de su zona de confort.