Con el paso de las semanas, uno se da cuenta que hay que presumir más de Valladolid. Y no por haber nacido aquí, sino por la cantidad de héroes que tiene esta ciudad, que son muchos y muy buenos. Entre ellos, está Roberto Martínez (Valladolid, 1975), el bombero que, si usted recuerda, rescató a varias personas en el edificio de la explosión de la calle Goya, 32, y que, más de un año después, ha viajado hacia la localidad valenciana de Aldaia para hacer exactamente lo mismo.
Con su inseparable 'Delta' a su lado, Martínez recibe a TRIBUNA en el parque de Bomberos de Las Eras, su segunda casa. El bombero vallisoletano reconoce a este medio que fue de los primeros efectivos que quería ir a ayudar a Valencia y que, por esa razón, ya estaba prevenido para poder salir cuanto antes. "Llevé uno de los camiones pesados a Aldaia. Fue un viaje largo porque no es un camión, evidentemente, para correr. Estuvimos todo el camino sin superar los 80 o 90 kilómetros por hora", apunta.
Los Bomberos de Valladolid llegaron, aproximadamente, a las 03.00 horas a la provincia de Valencia. A partir de ese momento, lograron dormir "tres horas más", tomaron "un café", y se pusieron manos a la obra. Junto a Roberto, había diez bomberos más, un jefe de equipo, una bomba urbana pesada, un vehículo todo terreno con una autobomba pesada y un vehículo de transportes de personas, con el que hacen, actualmente, los relevos. "Siempre hay 12 bomberos de Valladolid en Aldaia y esa, de momento, será nuestra intención", añade.
Ya en Aldaia, los 12 efectivos trataron de "abrir accesos, acceder a zonas inundadas como garajes y sótanos", "sacar agua con bombas y autobombas", y una vez hecho ese trabajo, llevar a cabo "otras operaciones" como la de retirar los vehículos "con el camión o un cabrestante". "Ya no había personas para rescatar", sostiene Roberto, pese a que esa era la función de su perro 'Delta', que les ayuda a "hallar personas vivas" en este tipo de catástrofes: "Otros compañeros nos han comentado que han tenido que ayudar a personas a salir de sus casas porque estaban atrapados".
Da la casualidad, además, de que Roberto se encontró en Aldaia con "un excompañero del ejército" con el que debatieron de lo que había sucedido, y compararon este caso con lo que habían vivido durante "el conflicto de Yugoslavia", donde también estuvieron presentes. "He visto cosas inauditas en diferentes casos. Aquí, por ejemplo, se ven hectáreas de barro y lodo. Los coches se han ido apelotonando. El problema, según nos dijeron, es que se habían quitado 28 o 29 azudes que eran los que retenían el agua y tampoco se había limpiado los cauces de los ríos. Se fue acumulando tanta agua que había reventado los azudes que se pusieron de manera artificial", explica. De hecho, considera que, en Valencia, la gente está preparada para afrontar riadas de 20, 30 o 40 centímetros, pero no de 1,80 metros. "Es una barbaridad", contextualiza.
También se acercaron al centro comercial Bonaire, donde "gracias a Dios" no hallaron cadáveres. "Tuvimos que llevar grandes bombas de succión de agua. Cuando el agua bajó a 1,60 metros de altura, pudimos acceder al parking con neoprenos. Contamos con la ayuda de los bomberos de Logroño, Tenerife y Salamanca. Pudimos hacerlo con linternas de agua y emisoras. La revisión general se ha hecho cuando todo estaba vacío", aclara. Al ser el "primer equipo de Bomberos" que iban a Aldaia y que no formaban parte del servicio de la Comunidad Valenciana, los vecinos se sorprendieron: "¿Pero habéis venido desde Valladolid? Alucinante".
Les tocó, en este sentido, dormir en Manises en un centro militar, cuya planta baja "se había inundado". "En la primera planta, por fortuna, había habitaciones. Tuvimos que dormir sin luz y prácticamente incomunicados. Teníamos muy mala cobertura. Estaba todo manga por hombro", reconoce. De hecho, hasta que no salía el sol, los bomberos no podían trabajar. Aun así, Roberto se vuelve a plantear ir a Aldaia "si es lo que toca", ya que todavía falta mucho trabajo por hacer. "Hace falta maquinaria grande. Como voluntario o vas con maquinaria para ayudar o es una bobada ir. Hay poblaciones que todavía no hemos podido llegar y están bastante afectadas. Si me quedo en Valladolid sin ayudar, sería raro. Mi mujer me preguntaría si estoy malo o me pasa algo", bromea un bombero curtido en mil batallas... y las que quedan.