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El joven soldado de 24 años Álvaro Arroyo ha acudido a algunas de las zonas más afectadas de Valencia para aportar su ayuda, como voluntario, a las víctimas perjudicadas por la DANA. Una experiencia que "jamás" olvidará y que ha trasladado al militar, nacido en Valladolid, durante siete días, a una Comunidad Valenciana "devastada".
Actualmente destinado en la Brigada de Infantería Ligera (BRILAT), ha servido en distintas localizaciones del país, desde Cáceres y Málaga, hasta su despliegue en Polonia, en el conflicto en Ucrania. Ahora, el vallisoletano ha tenido que enfrentarse a los desafíos que la DANA ha puesto en el camino de muchos españoles.
Tras dos semanas de la catástrofe, Álvaro ha explicado en una entrevista con Tribuna Valladolid que el motivo que le llevó a desplazarse allí fue simple: "Mi carácter y el espíritu militar de ayudar a quienes más lo necesitaban me impulsó a tomar la decisión de acudir a Valencia".
Y asegura que "desde el principio de la DANA quise estar allí, pero por cuestiones ajenas a mí no pude viajar antes".
Asimismo, junto a otro compañero solicitaron días libres a su unidad y se lanzaron para llevar a cabo esta aventura. Los jóvenes llegaron a Valencia sin un equipo completo, sin un lugar asignado para dormir y "con la incertidumbre" de lo que se encontrarían.
Álvaro ha descrito que Aldaya, Paiporta y Catarroja, las zonas donde ha estado ayudando, son las más afectadas tras las inundaciones, "prácticamente parecía una zona de guerra".
"El día a día allí era bastante duro. Son zonas devastadas, no existen las calles y todo era barro. Los locales e, incluso, los primeros pisos están todos destrozados", sentencia.
Álvaro destaca que "es necesaria" más ayuda: "Se necesita de empresas que tengan material de grúas, que hace más falta que material personal". Además, se necesitan más camiones, tractores y todoterrenos para retirar todos los escombros de la zona.
En medio de este caos toda ayuda es esencial, Álvaro ha ofrecido apoyo humanitario: "A nivel civil, ayudamos a la gente a vaciar garajes y trasteros, y a sacar su mobiliario que estaba completamente destrozado. Todo estaba arrasado".
Las condiciones son extremas y la situación es desesperante, "la gente lo ha perdido todo, la desesperación era muy grande y, en algunos casos, los propios afectados llegaban a enfrentarse entre ellos, debido a la angustia y el nerviosismo que hay en la zona".
El militar ha resaltado, "dormíamos como buenamente podíamos, no teníamos un sitio asignado y solo contábamos con nuestro equipo y un saco de dormir. Al principio, tuvimos suerte y nos quedábamos en una peluquería en Aldaia que estaba destrozada, con la autorización de la dueña. Luego dormíamos en calles o edificios destrozados, donde pillábamos".