No es país para jóvenes

Nueva entrega de 'Palabras contra el olvido', la sección cultural de Ágreda

Ágreda L.M.
Lunes, 18, Noviembre, 2024

Thierry Fischer, el director titular de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) cumplió el pasado 28 de septiembre 67 años. La dirección de orquesta no es país para jóvenes. Este oficio se aprende fundamentalmente acumulando muchas horas sobre el podio y sumando experiencias.

Esta tarde cuando empieza a dirigir la Sinfonía n.º 4 en Si bemol mayor, op.60 de Ludwig Van Beethoven su rostro era la viva imagen de la felicidad, la orquesta le miraba con esa fidelidad que da la veteranía de estar siendo dirigidos por tercer año. Porque Thierry Fischer no da instrucciones, todo lo que pide a los músicos lo hace con educación, lo pide por favor.

La sinfonía de Beethoven se empieza a desvelar con el Adagio-Allegro vivace y se comienza a poner los cimientos del edificio sinfónico que vamos a escuchar y disfrutar esta noche. Tengo la sensación que esta sinfonía esta hecha para Fischer. Nunca le había visto dirigir de esta manera. El toque romántico y de misterio cobra vida en las manos y en la imaginación del público de manera súbita.

Avanza sin tirones ni brusquedades, mientras se va dibujando por las paredes de la Sala Sinfónica Jesús López Cobos del Centro Cultural Miguel Delibes el sonido cargado de sentido de la Cuarta de Beethoven. Su selecta compañía permite que la vida se ensanche. La amistad ensancha la vida.

Termina Beethoven, han sido 36 minutos exactos de disfrute y comienza Piotr Ilich Chaikovski con su Sinfonía Manfred en Si menor, op. 58. En su primer movimiento, Lento lugubre, la OSCyL desgrana su extenso sonido como si se tratara de las cuentas de un collar de perlas, nota a nota, siempre unidas, tersas, inacabables.

La batuta de Thierry Fischer busca y consigue que la orquesta encuentre el equilibrio y el empaste perfecto. Esta noche tenemos un concertino brillantísimo: Luis M. Suárez, con José M. Asensi (Trompa) en un estado de forma que alumbra por todos los rincones de la sala. Su tercer movimiento, Pastorale Andante con moto, es descriptivo y carga las tintas sobre esa amargura que tiene el compositor ruso que no la puede ni quiere disimular y que tanto me recordaban a sus maravillosas Siete canciones.

Las mil y pico personas que ocuparon la Sala Sinfónica del CCMD aplaudieron a rabiar al maestro Thierry Fischer. Esta noche director y orquesta se había dado el definitivo "Sí, quiero". En la última salida a escena, la orquesta rehusó levantarse para dejar que el director fuera el destinatario de todos los aplausos. Los músicos mostraron su admiración visualmente por un director que siente suyo.

 

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