El Real Valladolid pasó demasiados apuros para pasar de ronda en la Copa del Rey. Los blanquivioletas se impusieron en la prórroga (2-4) con un Ávila desatado que estuvo en todo momento acompañado por un Adolfo Suárez que se vistió de gala. La casa del equipo abulense, con una sesión de Dj prepartido que convirtió la previa del choque en una fiesta por todo lo alto, estuvo a la altura de las circunstancias. Aun así, no fue suficiente para seguir soñando. Los de Álvaro Rubio hicieron los deberes con dificultades por la intensidad de los locales, que nunca perdieron la cara al partido.
EFECTIVIDAD VISITANTE
El Real Ávila comenzó con más ganas el derbi. Se notaban que los de Miguel de la Fuente no tenían "nada que perder", como reconoció el propio técnico en su visita a la redacción de TRIBUNA GRUPO en Valladolid. Las intentonas lejanas de Mario Rivas, la referencia en ataque del conjunto encarnado, cautivaron a las gradas del Adolfo Suárez, totalmente entregado a su '9'. Sin embargo, los visitantes aprovecharon la debilidad defensiva del Ávila en una acción puntual para adelantarse en el marcador.
David Torres recogió un rechace dentro del área y se la cedió a Latasa que, con el portero en el suelo y sin oposición, empujó el balón al fondo de la red (0-1). A partir de ese momento, y sin generar demasiado peligro, el Pucela gestionó la ventaja con un resultado más ajustado de lo previsto. De hecho, el Ávila estuvo a punto de igualar el marcador gracias a las internadas de Alpha, una de las principales bazas en ataque de los de de la Fuente.
El Pucela tuvo que pedir la hora porque su rival ya le estaba advirtiendo de lo que podría pasar.
LOCURA INICIAL
La reanudación del partido no modificó el guion del mismo. Si el derbi comenzó con un aparente dominio local, la segunda mitad empezó con mayor intensidad si cabe. Las entradas de Vitolo y, sobre todo, de Adri Carrión, revolucionaron el encuentro. En apenas cinco minutos, el conjunto encarnado remontó el choque gracias, en primer lugar, al centro de Alberto Martín que remató el exblanquivioleta a bocajarro (1-1). Y, en segundo lugar, el propio Carrión batía a Ferreira (2-1) tras un mano a mano, inexplicablemente sin que haya un jugador visitante defendiendo.
Se desataba la locura en el Adolfo Suárez con los dos tantos del extremo, que pescaba en río revuelto gracias a la ley del ex. El Ávila, llevado en volandas de manera mágica por los suyos, buscaba el tercer tanto para sentenciar a un Pucela sin rumbo. Álvaro Rubio, obligado (que no convencido) por la situación, agitó la coctelera a la desesperada. Dio entrada de una tacada a Kike Pérez, Luis Pérez y Marcos André, con el cupo de cambios cumplido.
El Pucela aprovechó ese aire fresco y el hecho, sobre todo, de que los locales no llegaban a hurgar del todo en la herida, para igualar la contienda. Un regalo encarnado le llegó a las botas de Marcos André que, tras varios rechaces dentro del área, empató el derbi (2-2). El tanto provocó un bajón generalizado en los aficionados desplazados hasta el Adolfo Suárez, que no se podían creer haber dejado pasar una ocasión de oro de eliminar, sin prórroga, a todo un Primera División.
UNA HAZAÑA... A MEDIAS
Ya en la prórroga, tras finalizar el tiempo reglamentario, el Pucela parecía tener una chispa más de velocidad, aunque no lo demostrara. El Ávila, al ver que su rival no metía una marcha más por cansancio y por falta de ideas, seguía a lo suyo porque la hazaña, con el paso de los minutos, estaba más cerca de producirse. Aun así, Amath falló dos mano a mano clarísimos que podrían haber supuesto un antes y un después en la eliminatoria.
El esfuerzo físico hizo mella en los jugadores del Ávila hasta el punto de que el Pucela, al final, fue el que encontró como premio, sin merecerlo, el tercer gol. Marcos André, de nuevo, rescató a los de Álvaro Rubio (2-3) que, a pesar de pasar la eliminatoria, cuajaron una actuación floja, esperada e, incluso, ridícula, salvando la papeleta con gol incluido en el tramo final de Kike Pérez (2-4). El Ávila, por su parte, cayó como debe ser... con honores.