Cosas asombrosas

Diego Jalón Barroso
Viernes, 20, Diciembre, 2024

A partir de la novela de Philip K. Dick "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" consiguió Ridley Scott hacer una película de culto que no sólo le elevó al Olimpo del cine, sino que nos demostró que Harrison Ford podía ser algo más que un simpático Han Solo. Y en ella, uno de esos replicantes que fabricaba la Tyrell Corporation, le explicaba que había visto cosas que nadie podría creer, como "atacar naves en llamas más allá de Orión o rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser". Cosas sin duda asombrosas, pero quizá no tanto como las que los españoles estamos contemplando estos días.

Por ejemplo, esa Conferencia de presidentes autonómicos en el Palacio de la Magdalena, en la que durante unas pocas horas Sánchez y Ayuso compartieron espacio-tiempo y llegaron incluso a darse la mano. Igual hasta se dijeron eso tan típico y manido por estas fechas de "tenemos que vernos más". No lo creo, más bien será, como en Blade Runner, uno de "esos momentos que se pierden en el tiempo como las lágrimas en la lluvia". Para eso ha dedicado Sánchez buena parte de sus esfuerzos a explicarnos que lo de su señora no es nada comparado con la desfachatez de una presidenta regional que vive en un piso pagado con el fraude fiscal de su novio, que además conocemos gracias al empeño de la fiscalía en ganar el relato.

Una conferencia de presidentes regionales que por cierto Sánchez tuvo que convocar para evitar una condena en el Supremo, ya que por ley debe celebrarse cada seis meses y resulta que la última vez que se dignó a reunirse con esos a quienes confía la "cogobernanza" cuando está en apuros fue en febrero de 2022. Entonces eran otros tiempos, sobre todo porque el PSOE gobernaba en Aragón, en Valencia, en Baleares, en Extremadura o en La Rioja. Fue antes de que por la "debilidad de los liderazgos regionales" el socialismo perdiese todo su poder territorial. Pero el jefe ya ha tomado cartas en el asunto y cambiando a Ximo Puig por la prestigiosa y carismática ministra de Ciencia, Diana Morant, o al molesto y melancólico Lambán por la alegre Pilar, solucionará sin duda este problema.

Por lo demás, el presidente repite que todo va bien y que el tiempo pondrá a cada uno en su sitio. En ese concurso de mala educación, rebuznos, idioteces y frases de todo a cien en el que gobierno y oposición han convertido el Congreso, le decía el miércoles Pedro Sánchez a Feijóo que "acabamos el año como lo empezamos, ustedes con el bulo y nosotros con el BOE, mejorando la vida de la gente". Y es que, según el Gobierno, el gran problema de nuestro país son los bulos y por eso han montado un comité de ministros para que se ocupen de la regeneración democrática. Y su primera idea es la de ampliar el derecho de rectificación a las redes sociales. Claro que en las redes no hace falta tal derecho para rectificar a nadie, basta con responder en la propia red, siempre que el "buleador", que dice Bolaños, no te haya bloqueado como suele hacer Óscar Puente.

El problema es que, según todas las encuestas, los españoles creen que son los políticos los que más mienten. Y no deja de ser gracioso que sea precisamente este gobierno el que quiera protegernos de los bulos. Sánchez bulea hasta cuando acusa a los demás de hacerlo. Como decir eso de que él tiene el BOE. Si algo hemos comprobado estos días es que quien decide lo que se publica o no en el boletín es un señor que vive en Waterloo, que es además el único "delincuente confeso" al que el Gobierno da ahora credibilidad. Hasta el coleccionista de fulares que ejerce de secretario general de la UGT ya va a negociar con él la jornada laboral, en vez de hacerlo con Yolanda y la patronal. Pepe sí que sabe quién manda.

Ni Sánchez tiene el BOE, ni mejora la vida de la gente. Al menos eso es lo que dice el informe de la Comisión Europea sobre políticas sociales, publicado ayer mismo. España es líder, junto con Rumanía, en pobreza infantil, diez puntos por encima de la media europea. Y no mejoramos, empeoramos año tras año. Y eso que una de las primeras decisiones de Sánchez tras ganar esa moción de censura tan brillantemente defendida por un tal José Luis Ábalos, por entonces látigo de corruptos, fue la creación de un Alto Comisionado para la Pobreza Infantil. El índice estaba en aquellos días en el 31% por culpa, según decía el presidente, de las políticas neoliberales y no de la crisis financiera mundial. Seis años después, estamos en el 34,5% y eso que nuestro país es una moto, un cohete y una locomotora, según el puto amo de las metáforas económicas.

También lideramos en tasa de paro, en pobreza en general y en pobreza energética, que viene a ser la cantidad de gente que pasa frío en invierno porque no puede pagar la calefacción. Ha pasado del 9% el 2020 al 20,8% este último año. Y somos también candidatos al balón de oro en abandono escolar temprano, con un 14% frente al 8% de la media europea. Así se mejora la vida de la gente. Y estas son las políticas progresistas que justifican que todo valga para que Sánchez siga en el poder. Por eso, una vez desenterrado y vuelto a enterrar el dictador, el año que viene lo dedicaremos a celebrar que se murió en la cama. Y a seguir insultando y amenazando a los jueces, esos que según Sánchez "cumplen su labor con absoluto rigor". Bueno, no todos, pero sí "una amplísima mayoría". Supongo que se refiere a que de los casi seis mil que hay en España, sólo debe haber 30 o 40 investigando asuntos relacionados con el Gobierno, con el PSOE o con su familia.

Mientras Sánchez les acosa con tertulianos, voceros y con esas ministras que ponen la mano en el fuego o que niegan haber hablado nunca con quienes mantenían educadas charlas en wasap, esos jueces que no pertenecen a la "amplísima mayoría" siguen a lo suyo. Y el PSOE parece ahora haber adoptado una nueva estrategia que consiste en intentar convencernos de que sí había un corruptor, el mentiroso Aldama, pero que nadie fue corrompido. Dice Bolaños que "colaborar con la Justicia no es acusar sin pruebas, eso es difamar". Quizá no sabe, aunque debería, que para eso es ministro de Justicia, que en nuestro sistema judicial quien acusa es la fiscalía y no los testigos ni los imputados. Pide el ministro, en este nuevo giro de los guionistas de Moncloa, que Aldama "deje de ensuciar a gente honrada".

Igual se refiere a Ábalos, tan inocente y veraz en su declaración voluntaria que el Supremo ya ha pedido el suplicatorio para interrogarle como imputado de integración en organización criminal, tráfico de influencias, cohecho y malversación. O tal vez a Koldo que no sabe ni de dónde ha salido su fortuna, ni los fajos de billetes encontrados en su casa, y para el que el piso de lujo de Jessica era "una solución habitacional". Son también cosas asombrosas. Y podemos considerarnos afortunados, porque seguro que Papá Noel y los Reyes nos van a traer muchas más estas Navidades y el año que viene. Al fin y al cabo, el asombro no deja de ser el mayor regalo que nos puede ofrecer el universo.     

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