Los ritos son acciones simbólicas que trasmiten unos valores que mantienen unida a una sociedad. El símbolo sirve para reconocerse gracias a la repetición. Volver cada año por estas fechas a escuchar a la Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) en el Centro Cultural Miguel Delibes transforman los momentos, en palabras de Byun Chul Han, "en un estar en el mundo" en "un estar en casa".
La felicidad está en la repetición. Escuchar a la OSCyL dirigida esta noche por François López-Ferrer y al Coro de la OSCyL hace que el tiempo navideño se haga más habitable. Abrió el concierto Gabriel Fauré con Pavane, op.50, para coro y orquesta y un rubor musical recorrió al público de los pies a la cabeza. Desde los primeros compases la emoción se instaló en músicos y respetable. No sé por qué será, pero uno se sienta a escuchar el concierto en su butaca y de repente nota que se ha convertido en otra persona. No se podría enumerar las diferencias que se tendrían con respecto a la anterior, pero uno nota que es "otro".
El pianista bilbaíno Carlos Goikoetxea apareció en escena para ofrecernos el Concierto para piano en Sol mayor de Maurice Ravel y cautivó al público con su actuación. También estuvieron brillantes el Arpa solista Marianne ten Voorde que se nota que Ravel es uno de sus compositores preferidos y el Solista corno inglés Juan M. Urban que cada concierto demuestra que está a un nivel altísimo.
Después de los quince minutos reglamentarios de descanso continuó el concierto con el Oratorio de Navidad, op. 12 para solistas, coro mixto, arpa, órgano y cuerdas de Camille Saint-Saëns y aparecieron en escena la Soprano Mieria Tarragó, la Mezzosoprano Marisa Martins, la contralto Mariona Llobera, el Tenor Matthew Thomson y el Bajo Marc Pujol con el Coro de la OSCyL. Y empezamos a celebrar la Navidad.
Porque celebrar la música es celebrar el tiempo, en este caso el tiempo navideño. Y qué a gusto se estaba en la Sala Sinfónica Jesús López Cobos. De repente se había convertido en un espacio que había devenido en morada. Escuchando el Concierto de Navidad uno siente que la vida se estabiliza, se detiene, que las cosas duran más de la cuenta.
La atención, dijo el poeta, es la oración natural del alma. Por eso las repeticiones hacen que las cosas sean más profundas, más habitables y se puedan vivir con toda la intensidad del momento. Hacen que el tiempo se detenga. Feliz Navidad.